Porque mi bebe llora mucho. Los bebés lloran por muchas razones. Lloran cuando están cansados, tienen hambre, demasiado calor, demasiado frío, cuando están sobreexcitados o aburridos, los pañales están mojados o sucios e incluso, a veces, lloran sin razón alguna.
Porque mi bebe llora mucho
La dificultad está, especialmente cuando se es nuevo en todo esto, en que no lo pueden decir. Si están cansados no actúan como si tuvieran sueño, sino que se ponen nerviosos. Si están mojados, no señalan el pañal, sino que también se ponen nerviosos. Los siguientes consejos ayudarán a que un bebé que llora y está nervioso se sienta mejor.
Pon un arrullo en la secadora durante unos minutos para que esté suave caliente. Envuelve al bebé y colócalo en la cuna de lado, de forma que su espalda se apoye sobre lateral de la cuna o coloca un tope u otra mantita enrollada. Los bebés están acostumbrados a espacios pequeños y en ellos se sienten seguros.
Pon al bebé en una mecedora y coloca el arrullo (puedes calentarlo en la secadora primero) entre mejilla y la mano del bebé de forma que pueda tocarlo y sentir su suavidad en la carita. Es muy reconfortante. Puedes colocarle otra mantita cerca de la oreja.
Pon al bebé para que no llore en la silla de juegos y enséñale todos los juguetes que están en la bandeja. Si ya se aguanta sentado, ya puede jugar con este tipo de silla. Estará bien que le coloques un arrullo enrollado en la espalda para que se aguante mejor, especialmente las primeras veces que juega en esta silla.
Coloca al bebé sobre tus rodillas con el vientre hacia abajo y mueve tus piernas con suavidad mientras le acaricias la espalda y le das golpecitos en el culito.
Algunos portabebés llevan juguetes atados. Si el tuyo no los tiene, colócalo delante de un espejo para que pueda mirarse (coloca la sillita en el suelo y nunca encima de un mueble del que podría caerse).
Pon una manta suave o un peluche cerca de la mejilla del bebé o en sus manos mientras está en la cuna, la mecedora o el portabebés. Estar cerca de mamá lo estimulará. Puedes incluso utilizar para este fin una de tus camisetas, porque no hay nada más calmante que el conocido «olor a mamá».
Puedes usar también un arrullo enrollado para asegurar en su sitio el peluche, la manta o la camiseta, de forma que no haya peligro de que cubra la cara del bebé.
Acaricia las mejillas y la frente del bebé con tus dedos, con la suavidad de una pluma.
Algunos bebés agradecen que se les cubra la cabeza con una manta. Utiliza una manta de punto con agujeros grandes y no le cubras ni la nariz ni la boca. Ponía de forma que una de las puntas de la manta le tape la frente y el resto le cubra la parte trasera de la cabeza y la espalda.
Vigila que el bebé no pase frío. Tócale las orejas y la nariz, y si están frías, cúbrelo con más ropa o con otra manta ligera.
Vigila que no tenga demasiado calor. Si tú tienes calor y el bebé lleva manga larga y está nervioso, es bastante posible que él sienta lo mismo.
Quizás el bebé tenga gases. Procura que eructe. Si ya lo has intentado estando sentada, levántate y anda un poco. A veces cambiar de posición los ayuda a expulsar algún gas retenido.
Si el bebé ha comido menos de lo habitual, prueba adarle otro biberón, aunque haya pasado poco rato desde el anterior, porque a veces no se sienten llenos. Les ocurre como a nosotros cuando necesitamos un poco de chocolate.
Asegúrate de que esos adorables vestiditos llenos de lazos, botones y cremalleras no estén dañando el cuello o los brazos del bebé. Las cintas de pelo son muy monas, pero a veces el elástico les aprieta demasiado.
Vigila que el pañal esté bien puesto y que no le apriete entre las piernas (en la zona de la goma elástica).
Sal a pasear con él. El aire fresco y un cambio de vistas quizá lo distraerán y dejará de llorar.
Dale un baño caliente, échale agua tibia por la espalda y cántale una canción.
Coge al bebé en brazos, de cara a ti, aguantándole la cabeza si fuera necesario. Mécelo hacia arriba y hacia abajo con suavidad y repetidamente (esto te irá muy bien también a ti para mantener tu fuerza muscular). Puedes intentar hacer este ejercicio usando una pelota de gimnasia grande.
Coloca al bebé en la sillita de juegos y ponía encima de la secadora. Pon la secadora en marcha (quédate todo el rato vigilando). Las vibraciones quizá lo calmen y lo entretengan.
Pon en marcha la radio, el ventilador o el aspirador te darás cuenta qué el ruido lo calma.
Ponlo delante del espejo y muéstrale lo guapo que es.
Cántale una canción.
Moja una toalla con agua fría (que no esté helada), y lávale el cuello y las mejillas.
Enséñale el perro, el gato o los peces.
Colócalo en una mochila para bebé y sigue haciendo tus actividades.
Sujétalo bien a la silla del coche y da unas cuantas relajante.
Pon al bebé en su silla y pasea un rato, ya sea dentro de casa o fuera. Los sonidos, los olores y el paisaje, junto con el movimiento de la sillita, harán que se sienta mejor.
Gasta un poco de dinero en un móvil musical para la cuna, Pon al bebé en la cuna, con la música en marcha y mira cómo disfruta con los movimientos y los sonidos.
Vigila que no tenga un trocito de cuerda o un cabello enredado en los dedos que le esté cortando la circulación o que alguna cremallera no le esté molestando en el cuello.
Dale un chupete. Si le cuesta mantenerlo en la boca, enrolla un arrullo y pónselo entre el hombro y la oreja de forma que uno de los extremos recaiga entre la mejilla y la boca y ayude que el chupete no se caiga tan fácilmente.
De pie, apoya al bebé en tu hombro izquierdo mientras lo meces y le das golpecitos suaves en la espalda. El sonido y la vibración de tu corazón son muy relajantes.
Siéntate en una mecedora y mece suavemente al bebé mientras le das golpecitos en la espalda y le cantas una canción.
Sobre todo, no te pongas nerviosa. El bebé nota tu tensión. A veces, los bebés lloran sin ninguna razón. No te sientas culpable. El bebé no está llorando porque tú seas una mala madre. A veces necesitan llorar. Cuando estés segura de que no le ocurre nada malo, pon música o la televisión y haz algo que te guste y te relaje. Antes de que puedas darte cuenta, las lágrimas habrán desaparecido.